El mago de las palabras nos había dejado unos libros dentro de un baúl misterioso. Después de unos días nos mandó un video y nos pidió que le pusiéramos un nombre, y también nos dejó llevarnos esos libros para leerlos en casa. Al cabo de pocos días nos mandó otro video y nos invitó a conocerle. Así que nos fuimos en autobús a Santander donde nos esperaba con sus ayudante Aureo.
Nos contaron algunos cuentos y nosotros le entregamos un regalo: el dominó de las emociones.
Lo pasamos muy bien y estamos deseando volver a recibir noticias suyas.
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